Desde finales del S. XX la aparición de partidos políticos y movimientos sociales de extrema derecha, neonazis o fascistas ha sido amparada y legitimada por los partidos clásicos, justificando que eran movimientos y grupos residuales.
Con ello lo único que se ha conseguido es darle voz a quienes buscan de forma continuada una justificación para llevar a cabo delitos el odio con total impunidad. Esas justificaciones, casi siempre están carentes de fundamentos reales y siempre se basan en una falsa invasión, en falsos ataques a otras personas o en que vienen a quitar el trabajo a los españoles.